Por Yamila Campos, mamá de Sofía: "Amamantar a un bebé de un año y más"

Hace unos días atrás escuché algunos comentarios de madres que aseguraban que destetar a su hijo de un año o casi, era una cuestión “de facilidad”. “Porque ahora necesito que sea más independiente”, “necesito ir a estudiar más horas”, “me lastima”, “sino va a ser muy mamero”.
Y yo, con mi hija de un año y días, apostando a seguir hasta que ella lo decida. Habiendo pasado por momentos difíciles, porque la lactancia también puede ser complicada; habiendo estado largos minutos en lugares increíbles, hasta ridículos, con el sacaleche, esperando que el precioso liquido que alimenta a mi hija cuando no estoy, brote; yo sigo apostando a la lactancia.
Y podría poner como motivos todos los que las infografías e
informaciones nos dicen acerca de cuestiones físico-emocionales que se benefician en este vinculo. Pero prefiero en cambio, ser más práctica y concretamente dar algunos ejemplos de porqué necesito contrariar a esas madres que escuché los otros días, y afirmar con fuerza que la lactancia después del año te hace las cosas más fáciles, más simples.

Volví hace unos días de vacaciones, y la teta me simplificó varias cosas: la sensación de mi hija en el avión, porque chupando la teta ni se enteró de sus oídos; los trekkings y excursiones a deshoras y en cualquier lado inhóspito, porque si no había qué darle de comer, la teta era el alimento perfecto, nunca pasó hambre; la sensación de extrañar sus cosas, su lugar, porque cuando sentía que estaba en un
lugar extraño, enseguida buscaba la teta para darse seguridad; los largos viajes en micros o barcos, porque si se embolaba, una buena teteada le hacía pasar el tiempo. Mi hija la pasó bárbaro en sus vacaciones y muchas personas me ponderaban lo buenita y tranquila que era; un buen porcentaje de esa tranquilidad estaba en que ante una
crisis de “extrañitis”, la teta era la salvadora.
Para lo más cotidiano, doy dos razones bien concretas: si se enferma y no tiene ganas de comer nada (lógico, a todos nos pasa), no hay riesgo de deshidratación ni nada parecido si toma la teta. Mi hija estuvo con un broncoespasmo severo estos días y la teta fue su salvación. Y la segunda, en estos momentos movedizos, ante una caída y consecuente
golpe, no hay consuelo más maravilloso que tomar teta.
Necesitaba decirlo, necesitaba expresarlo. Participo, cuando mi trabajo lo permite, del grupo de apoyo a la lactancia de la Liga de la Leche en Ramos Mejia, y sé lo importante que es que otra mamá te anime a seguir con ese vinculo maravilloso que aporta la lactancia materna, porque hay muchos otros que lo desalientan constantemente. Tu hijo
puede ser un ser independiente, feliz, inquieto, divertido y seguir tomando la teta hasta que él lo decida, después de todo, esa quizás sea su primer gran decisión, casi de adulto, de dejar algo que le gusta tanto… Y para vos, respetar esa decisión puede hacerte las cosas más fáciles, y en consecuencia, felices.

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